Los detalles del origen de la vida
se desconocen, aunque se han establecido unos principios generales. Hay
dos teorías sobre el origen de la vida. La primera defiende la
hipótesis de la "panspermia", y sugiere que la materia orgánica pudo haber llegado a la Tierra desde el espacio, mientras que otros argumentan que tuvo origen terrestre. En cambio, es similar el mecanismo por el cual la vida surgió.
La vida surgió en la Tierra quizás hace unos 4000 Ma,
aunque el cálculo de cuándo comenzó es bastante especulativo. Generada
por la energía química de la joven Tierra, surgió una molécula (o
varias) que poseía la capacidad de hacer copias similares a sí misma –el
«primer replicador»-.
La naturaleza de esta molécula se desconoce. Esta ha sido reemplazada
en funciones, a lo largo del tiempo, por el actual replicador: el ADN.
Haciendo copias de sí mismo, el replicador funcionaba con exactitud,
pero algunas copias contenían algún error. Si este cambio destruía la
capacidad de hacer nuevas copias se extinguía. De otra manera, algunos
cambios harían más rápida o mejor la réplica: esta variedad llegaría a
ser numerosa y exitosa. A medida que aumentaba la materia viva, la
"comida" iba agotándose, y las «cadenas» explotarían nuevos materiales, o
quizás detenía el progreso de otras «cadenas» y recogía sus recursos,
llegando a ser más numerosas.
Se han propuesto varios modelos para explicar cómo podría
desarrollarse el replicador. Se han propuesto diferentes cadenas,
incluidas algunas como las proteínas modernas, ácidos nucleicos, fosfolípidos,
cristales, o incluso sistemas cuánticos. Actualmente no hay forma de
determinar cuál de estos modelos pudo ser el originario de la vida en la
Tierra. Una de las teorías más antiguas, en la cual se ha estado
trabajando minuciosamente, puede servir como ejemplo para saber cómo
podría haber ocurrido. La gran energía de los volcanes, rayos y la radiación ultravioleta
podrían haber ayudado a desencadenar las reacciones químicas
produciendo moléculas más complejas a partir de compuestos simples como
el metano y el amoníaco.
Entre estos compuestos orgánicos simples estarían los bloques con los
que se construiría la vida. A medida que aumentaba esta "sopa orgánica",
las diferentes moléculas reaccionaban unas con otras. A veces se
obtenían moléculas más complejas. La presencia de ciertas moléculas
podría aumentar la velocidad de reacción. Esto continuó durante bastante
tiempo, con reacciones más o menos aleatorias, hasta que se creó una
nueva molécula: el «replicador». Este tenía la extraña propiedad de
promover reacciones químicas para conseguir una copia de sí mismo, con
lo que comenzó realmente la evolución.
Se han postulado otras teorías del replicador. En cualquier caso, el
ADN ha reemplazado al replicador. Toda la vida conocida (excepto algunos
virus y priones) usan el ADN como su replicador, de forma casi idéntica.
-JAVIER FELIZ DE OLEO-
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